Dave y Fi Rickards trabajaron durante varios años en el Centro Internacional de OMF en Singapur apoyando a los misioneros por toda Asia Oriental. Platicamos con ellos para conocerlos más, de su trabajo y la razón por la que el trabajo de apoyo es tan importante como el abrir iglesias en la ‘línea en el frente’.
¿Cómo se involucraron en el trabajo misionero y después, en el trabajo de apoyo?
Una mirada rápida a la sección de La Tarea Inconclusa en el sitio web de OMF le dirá que hay 2 mil millones de personas no alcanzadas en el mundo hoy. Esto es 29% de la población mundial. Tal vez no le interesen ni le conmuevan las estadísticas de este tipo, pero a mí (Dave) sí me impactó profundamente en 1991 en un evento de misiones dirigido por JUCUM. Yo era estudiante en ese entonces, activamente involucrado en alcanzar a otros en el campus universitario y comenzando a sentir el llamado al ministerio, de alguna manera. Supuse que sería en el Reino Unido. Pero todo eso cambió cuando Dios usó una combinación de estadísticas y el libro de Romanos para redirigirme a una misión en el extranjero.
El mensaje esa noche era de Romanos 10, “¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído?”. El desafío era para que nosotros consideráramos a los millones de personas que nunca habían tenido la chance de creer en Jesús. El llamado fue claro para mí esa noche: ir a donde fuera que Dios necesitaba que yo fuera y predicara a quienes nunca habían oído.
Más o menos al mismo tiempo, Dios estaba llamando a Fiona de una forma muy diferente. Crecer en el extranjero había sido la manera en la que Dios la había preparado para la misión. Un ex misionero hablaba en una reunión para estudiantes acerca de cómo un trabajador en el extranjero necesita estar listo para dejar su casa, estar lejos de la familia, aprender un idioma nuevo y vivir según los términos de otras personas. Fiona se dio cuenta de que eso era lo que había estado haciendo toda su vida (sus padres estaban con OMF en Tailandia) y ella estaba lista para seguir haciéndolo, ir a donde Dios necesitaba que ella fuera.
Adelantemos unos años, una boda, un empleo o dos y el instituto bíblico. Nos unimos a OMF sin una idea clara de a dónde ir o qué hacer, solo queríamos alcanzar a los no alcanzados. En abril de 2000 llegamos a Camboya y, luego de un año de aprendizaje a tiempo completo del idioma y de la cultura, nos unimos a un equipo para abrir iglesias, en las afueras de Phnom Penh. Visitamos a las personas en sus hogares. Estudiamos la Biblia juntos en grupos pequeños. Oramos unos con otros. ¡Nos involucramos en capacitar al grupo de adoración, en el de maestros de escuela dominical, en el comité de la iglesia y en el equipo de fútbol! Pasábamos el tiempo respondiendo preguntas, animando a los líderes emergentes de la iglesia, y capacitando a los predicadores de grupos pequeños. Las personas estaban escuchando las buenas nuevas de Jesucristo por primera vez y estaban siendo salvos. Fue un privilegio ser parte de lo que Dios estaba haciendo.
Después de unos tres años en ese equipo para abrir iglesias, OMF nos pidió que sirviéramos como Directores de Campo para el equipo de Camboya. Esto significaría mudarnos de la “línea en el frente”, dejar a las personas que amábamos y el trabajo que habíamos estado haciendo. Pero, volvimos a nuestro llamado –ir a donde se nos necesitaba– y a sentir que Dios estaba presente en este cambio.
¿Cómo fue pasar de la ‘línea en el frente’ al trabajo de apoyo?
Pasar de abrir iglesias al trabajo de liderazgo trajo muchos cambios, particularmente en lo referente a las personas a quienes servíamos, el alcance de nuestro trabajo y los dones ministeriales que estábamos usando. Primero, ya no trabajábamos primordialmente con camboyanos, sino que ahora nos relacionábamos más con el equipo de OMF. Segundo, ya no estábamos enfocados en una iglesia en una parte del país, sino que ahora lo invertíamos todo en el trabajo de OMF Camboya en todo el país, así como aportando a las conversaciones y toma de decisiones en OMF. Y, tercero, estábamos pasando menos tiempo evangelizando, haciendo discípulos y predicando, pero ahora estábamos ejercitando los dones de liderazgo y administración. Seguía habiendo oportunidades de predicar e invertir en la vida de nuestros amigos camboyanos, pero el énfasis había cambiado a ayudar a otros a ser efectivos en sus ministerios.
Hay un elemento de sacrificio en moverse del ministerio de la ‘línea en el frente’, al que uno se siente llamado, a otro rol. Es una especie de ‘morir al yo’ que puede ser difícil de aceptar. Para mí (Dave), dejar de ser quien ‘les predica a ellos’ se sintió a veces como una traición a mi llamado. Pero sabemos que, finalmente, la muerte produce vida. Y el Señor me ayudó a ver que nuestra inversión en otros con el servicio de apoyo tenía el potencial de producir mucho fruto – ¡ciertamente mucho más fruto del que yo podría haber soñado en producir!
El Señor me ayudó a ver que nuestra inversión en otros con el servicio de apoyo tenía el potencial de producir mucho fruto – ¡ciertamente mucho más fruto del que yo podría haber soñado en producir!
Este proceso de ‘morir al yo’ se repitió ocho años después cuando nos pidieron que nos mudáramos de Camboya a Singapur para unirnos al equipo en el Centro Internacional de OMF. Esta vez hubo algo de ‘llamado macedonio’, pues la ayuda era necesaria para un equipo en el manejo de cambios estratégicos y significativos que OMF había identificado para que la Comunidad estuviera en condiciones para el siglo 21.
Al mudarnos a Singapur, dimos otro paso atrás de la ‘línea en el frente’. Pero, una vez más, vimos el potencial de ayudar a otros en sus ministerios al trabajar tras bambalinas.
Después, nos pidieron a Fiona y a mí que sirviéramos juntos como Directores de Servicios de la Comunidad, un rol nuevo en el Equipo de Liderazgo Internacional con énfasis especial en el trabajo de apoyo en toda la misión.
Nuestra visión era ‘ver que los integrantes de OMF estuvieran plenamente equipados para el servicio efectivo’. Trabajamos con un equipo de especialistas en Evangelización, Movilización, Personal, Finanzas, Informática, y Capacitación y Desarrollo para identificar, desarrollar y brindar los servicios de apoyo requeridos para permitir que los trabajadores en la ‘línea en el frente’ pudieran compartir las Buenas Nuevas de Jesucristo con los asiáticos orientales, para la gloria de Dios.
¿Cómo luce el trabajo de apoyo?
El buen trabajo de apoyo es, con frecuencia, invisible, que puede ser la razón por la que se subestima. Como la celosía oculta debajo de la fructífera vid, el trabajo de apoyo se trata de ayudar a otros a florecer. Pero el trabajo de apoyo puede lucir de distintas maneras.
Como la celosía oculta debajo de la fructífera vid, el trabajo de apoyo se trata de ayudar a otros a florecer.
Se reciben y notifican las donaciones; se transfieren fondos alrededor del mundo, según se requiera; se comparte información y comunicaciones con sistemas informáticos seguros. A veces, luce como una máquina eficiente y bien aceitada, que funciona sin incidentes y que hace lo que se supone que debe hacer de manera oportuna y eficiente.
Otras veces, la eficiencia no es tan importante como la efectividad y, entonces, el trabajo de apoyo se ve más como amigos que platican en una cafetería. Algunas personas escuchan y ofrecen consejo; otros lo ayudan a aprender el idioma y la cultura; otros lo cuidan cuando está enfermo o le brindan un lugar de descanso para que se relaje.
Claro que las máquinas se descomponen y las personas no siempre están allí para uno. Como misión, a veces no hacemos lo suficiente, o no podemos hacer todo lo que quisiéramos hacer por nuestros miembros. ¡También es posible hacer tanto que la celosía se hace visible, la máquina se vuelve demasiado grande y los amigos pasan todo su tiempo tomando café y no hacen nada de trabajo! Encontrar el balance correcto siempre es un desafío.
Al final de cuentas, el trabajo de apoyo luce como una buena inversión. Queremos ser buenos administradores de los recursos que Dios nos da –incluyendo a las personas en la ‘línea en el frente’. Y de eso se trata el trabajo de apoyo: invertir tiempo, dinero y personas para que nuestros miembros estén plenamente equipados para el servicio efectivo.
¿Orará por los trabajadores en el campo de cosecha?
- Es fácil pensar que los trabajadores de apoyo no necesitan oración de la misma manera que quienes están en la ‘línea en el frente’. Pero, ya sea que estemos abriendo iglesias en las fronteras desatendidas o escribiendo correos electrónicos en la oficina en casa, todos estamos en la línea en el frente de la batalla espiritual.
- Ore que nuestros trabajadores de apoyo sean fuertes en el Señor y en el poder de su fuerza, capaces de resistir contra las maquinaciones del diablo.
- Ore que puedan ser llenos continuamente con el Espíritu y la sabiduría al servir a otros.
- Ore por gozo y perseverancia en sus rutinas diarias y que se sientan renovados cada día sabiendo que lo que hacen hace avanzar el reino de Dios entre los pueblos de Asia Oriental.